Escrito por: Dulce Justo Morales.
Reflexión del texto
de Clara Jusidman.
Desigualdad y
política social en México.
Después de leer a la autora Clara Jusidman tengo una
panorámica mucho mas especifica de la realidad que vive mi país, del antes al ahora no hay mucha diferencia. A
cuatro años de haberse publicado este artículo, la realidad sigue siendo igual
o quizás un tanto peor.
Darse cuenta que los programas sociales que el gobierno
“subsidia y/o promueve” son una mera metodología de dar atole con el dedo a la
población, porque dichos programas sociales no tienen continuidad y son
trasladados a empresas privadas o asociaciones civiles que solo lucran con la necesidad
de la gente.
En México no existe una universalidad de los derechos
sociales.
México es una plataforma enorme de desigualdad y
exclusión ya que la acumulación de bienes y recursos esta oligopolizada por
grupos pequeños y cercanos al poder, este fenómeno aumento en la década de los
ochenta. También se puede observar que la evasión de ingresos de las grandes
empresas, el incremento de las actividades ilegales y criminales propicia la
subestimación de los ingresos reales de los estratos más ricos.
Algo que es en verdad insultante es el ingreso mensual
por concepto de sueldo de un magistrado del Tribunal Electoral del Poder
Judicial, mismo que puede ascender a $450,00.00, que además se ajusta a la alza
anualmente, sin contemplar los gastos de viáticos y prestaciones que el puesto
le otorga, mientras que el salario de un trabajador es de $2,000.00 y no está a
la alza.
Por eso es entendible que en las familias mexicanas se
haya integrado al campo laboral a mujeres (que ya no están en casa al cuidado
de los hijos), jóvenes e incluso niños
(que demuestran el bajo rendimiento académico y la falta de atención de los padres), no con la finalidad de
aumentar su nivel de vida sino para mínimo mantener el nivel que tienen.
Con esto se explica porque en las estadísticas y
encuestas del Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL) presentan la reducción
de la pobreza alimentaria y aumento en el ingreso familiar.
Sin duda la desigualdad en México no se reduce a la
distribución del ingreso, sino también a la discriminación de género, etnia,
raza y lugar de residencia, un ejemplo de ello es el salario menor y mal retribuido que percibe un
indígena en actividades agropecuarios y de construcción, sin acceso a servicios
de salud, educación y agua potable, así también podemos referir la desparedad
de los salarios mininos es decir un trabajador urbano gana mas que un
trabajador rural.
Altos ingresos ®
población blanca (españoles, europeos, estadounidenses)
Ingresos medios®
población blanca- mestiza
Ingresos bajos ®
población indígena.
En otras palabras la
desigualdad en México se tarata de “la
combinación de orígenes étnicos y
raciales, con niveles de riqueza y capital social acumulados y de educación
e inserción ocupacional diferidos, que
además se retroalimentan. Esto tiende a perpetuar la pertenencia a cada clase,
así como la distancia social, cultural y económica entre ellas. Por eso, una
parte importante de la desigual distribución del ingreso en México se explica
por discriminación étnica, racial y de género; es decir un arraigo de tipo
cultural que, a su vez, determina las oportunidades de los diferentes grupos de
la población para acumular riqueza.”
(Jusidman, Clara, art. 2006, p. 199).
Por otra parte los diversos cambios de estrategias
económicas y la poca efectividad de los programas sociales que buscaban ser un
mercado formal generador de empleos asalariados, dejan entrever que se tuvo y
se tiene una economía de mercado fallida.
La incorporación de programas sociales que apoyaran a la población
comenzó en la década de 1940, con un estado de bienestar, el cual trataba de
incorporar al trabajador a la seguridad social y protección laboral por medio
del empleo formal, estableciendo la universalidad de gratuidad, laicidad y
obligatoriedad de educación primaria, siendo la educación el único factor que
alcanzara el derecho universal pero dejando un rezago en la manutención de la
tasa de transferencia de trabajadores rurales a trabajadores con actividades
urbano más productivas.
Así es como entonces se inicia el sector informal urbano,
con actividades por cuenta propia y por micronegocios que funcionan al margen
der sector regulado, siendo esta actividad informal la que aliviara la
necesidad de empleo que no solo era de la población desplazada del campo sino
también de las nuevas generación de
jóvenes nacidos en las ciudades
urbanas, factor que hasta el día de hoy
persiste.
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